Debido a que más moléculas aromáticas en las trufas son solubles en alcohol, se puede usar el vodka para llevar un sabor a trufa más complejo y preciso que el aceite sin la necesidad de aromatizantes sintéticos. Su sabor y aroma intensos la convierten en un ingrediente muy codiciado en la cocina gourmet. Ferran Adrià, en la última temporada de elbulli la servía rallada en una copa de vino de borgoña para disfrutar de su aroma. Ambos profesaban una sincera y profunda estima por la trufa. A pesar de que se puede cultivar, existe muy poca trufa de verano cultivada en el mundo, ya que su precio no es atractivo para su cultivo. ¿Qué hombre no querría, aun al precio de la mitad de sus días, ver a su sueño, a su verdadero sueño, posar sin velos delante de él, al fantasma adorado de su imaginación haciendo caer una a una todas las prendas destinadas a preservarlo de las miradas del vulgo? Con una investigación adecuada y una estrategia de marketing efectiva, puede lograr sus objetivos y establecerse en el mercado de trufas blancas. Hoy un buen porcentaje de los ejemplares que se comercializan son, en realidad, trufas españolas.
Por lo que un perro que no sea obediente o que se despiste con cualquier cosa no puede ser destinado a este fin. De modo que, después de haber denigrado durante tres meses a la Fanfarlo, quedó perdidamente enamorado, y ella quiso por fin saber quien era el monstruo, el corazón de piedra, el pedante, el pobre diablo que negaba tan obstinadamente la realeza de su genio. Samuel tenía la costumbre de decir que un vaso de buen vino debía asimilarse a un racimo de uvas negras y que debía haber tanto para comer que como para beber. Un detalle bastante cómico de esta historia, y que fue como un intermedio en el doloroso drama que iba a desarrollarse entre estos cuatro personajes, fue el malentendido ocurrido con los sonetos de Samuel -ya que, con respecto a los sonetos, era incorregible-. ¿Semejante hombre tenía realmente la nariz entre los ojos, estaba del todo conformado como el resto de los hombres? Ella también lo admiraba con viveza, no porque ignorara el poder de sus encantos, sino porque jamás había visto un hombre tan extraño ni una pasión tan eléctrica. La encontró una noche en su camerino.
Un gran músico había aceptado hacer una fantástica partitura, apropiada para la rareza del tema. Si fue a la casa de la Fanfarlo, de seguro encontró allí vestigios del desorden, colillas de cigarros y folletines. El primer fragmento llegó a casa de la criatura, que tiró ese plato de pepinos al tacho de los cigarros; el segundo llegó a casa de la pobre abandonada, que en primera instancia abrió grandes ojos, terminó por comprender y, a pesar de sus tristezas, no pudo evitar reír a carcajadas, como en sus mejores tiempos. Se presentó dos veces en casa de ella, una casita con una escalera aterciopelada en un barrio nuevo lleno de plantas; pero no podía presentarse sin algún pretexto razonable. Reciba, señor, la promesa de una amistad eterna. ¿Pero qué bicho le picó, señor, para atacarme de tal manera? Con gusto llevaría atadas a la parte baja de su falda multitud de pequeñas muñecas extrañas, como hacen las viejas bohemias que adivinan la suerte de una manera amenazante, y que se encuentran en el Sur, en los arcos de las ruinas romanas. Con esa agradable actitud, su cabeza, inclinada hacia su pie, exponía un cuello de procónsul, ancho y robusto, dejando adivinar el surco de los omóplatos, revestidos por una abundante carne morena.