Las trufas también se pueden buscar durante el día, no solo por la noche. A unos 100 kilómetros de Valencia y a 350 de Madrid somos capaces de entregar trufa fresca, recogida durante la semana, a cualquier parte del mundo entre 24 y 48 h. Pero hay que recalcar que este tipo de subastas son casos excepcionales y que este ingrediente, aunque caro, no es prohibitivo: una trufa negra de primera categoría (no tan bonitas por fuera como las extra, pero de la misma calidad culinaria) de unos 30 gramos andaría entre los 20 y 25 euros. La trufa negra tuber melanosporum, es más común, se encuentra en varias regiones de Europa, como Francia, España e Italia. Y el ganador, el Mejor Plato de Trufa Negra del Mundo, lo preparó el chef segoviano Rubén Arnanz, con el título "Un paseo por el bosque". ¿Qué es la trufa de los perros?
Es por eso que, para dar con ellas, se suelen utilizar perros con buen olfato. Los perros indican el punto de madurez justo de las trufas. Las voladoras yeguas vienen corriendo á lo lejos por la llanura espaciosa. 448 Los argivos, sentados en el circo, no quitaban los ojos de los caballos; y éstos volaban, levantando polvo por la llanura. Tú no eres el más joven de los argivos, ni tu vista es la mejor; pero siempre hablas mucho y sin substancia. Cuanto espacio recorre el disco que tira un joven desde lo alto de su hombro para probar la fuerza, tanto aquéllos se adelantaron. 499 Así dijo; el Tidida, que ya se había acercado un buen trecho, aguijaba á los corceles, y constantemente les azotaba la espalda con el látigo, y ellos, levantando en alto los pies, recorrían velozmente el camino y rociaban de tierra al auriga. Idomeneo, caudillo de los cretenses, fué quien antes distinguió los primeros corceles que llegaban; pues era el que estaba en el sitio más alto por haberse sentado en un altozano, fuera del circo.
482 El caudillo de los cretenses le respondió enojado: «Ayax, valiente en la injuria, detractor; pues en todo lo restante estás por debajo de los argivos á causa de tu espíritu perverso. Cuanto el corcel dista de las ruedas del carro en que lleva á su señor por la llanura (las últimas cerdas de la cola tocan la llanta y un corto espacio los separa mientras aquél corre por el campo inmenso): tan rezagado estaba Menelao del eximio Antíloco; pues si bien al principio se quedó á la distancia de un tiro de disco, pronto volvió á alcanzarle porque el fuerte vigor de la yegua de Agamenón, de Eta, de hermoso pelo, iba aumentando. Y si la carrera hubiese sido más larga, el Atrida se le habría adelantado, sin dejar dudosa la victoria.-Meriones, el buen escudero de Idomeneo, seguía al ínclito Menelao, como á un tiro de lanza; pues sus corceles, de hermoso pelo, eran más tardos y él muy poco diestro en guiar el carro en un certamen.-Presentóse, por último, el hijo de Admeto tirando de su hermoso carro y conduciendo por delante los caballos. Entonces no anduvo remiso el esforzado Esténelo, sino que al instante tomó el premio y lo entregó á los magnánimos compañeros; y mientras éstos conducían la cautiva á la tienda y se llevaban el trípode con asas, desunció del carro á los corceles.
Si le compadeces y es grato á tu corazón, como hay en tu tienda abundante oro y posees bronce, rebaños, esclavas y solípedos caballos, entrégale, tomándolo de estas cosas, un premio aún mejor que éste, para que los aqueos te alaben. 536 «Viene el último con los solípedos caballos el varón que más descuella en guiarlos. Las yeguas del Atrida cejaron, y él mismo, voluntariamente, dejó de avivarlas; no fuera que los solípedos caballos, tropezando los unos con los otros, volcaran los fuertes carros, y ellos cayeran en el polvo por el anhelo de alcanzar la victoria. El carro, guarnecido de oro y estaño, corría arrastrado por los veloces caballos y las llantas casi no dejaban huella en el tenue polvo. 429 Así dijo. Pero Antíloco, como si no le oyese, hacía correr más á sus caballos picándolos con el aguijón. Oyendo desde lejos la voz del auriga que animaba á los corceles, la reconoció; y al momento vió que corría, adelantándose á los demás, un caballo magnífico, todo bermejo, con una mancha en la frente, blanca y redonda como la luna. Si en algún momento deja de estarlo, ten por seguro que su misma lengua lo regresa a las condiciones normales.